ALBERTO BERZOSA

En mi participación en del programa “Visitas con:” de Tabacalera/Educa se me propuso la posibilidad de cruzar las líneas de investigación que como historiador del arte he manejado en los últimos años, y que giran fundamentalmente entorno al estudio de las diversas expresiones del arte político realizado en España durante las décadas de los 70 y 80­, con los temas que fundamentales que atraviesan la exposición “Darío Corbeira. Permanecer mudo o Mentir”, comisariada por Montserrat Rodríguez Garzo, como la Clase Obrera, la Exposición, la Pintura, la Enfermedad y la Obsolescencia.

Apenas hacía un año que había comisariado la exposición “Madrid Activismos. 1968-1982” en La Casa Encendida. En ella trabajé a partir de elementos de la cultura material del activismo político y social realizados por la izquierda radical en Madrid durante los años 70, y en ese proceso tuve mi primer encuentro profesional con la obra de Darío Corbeira. Además, había vuelto a trabajar sobre ella recientemente debido a mi participación en el seminario “Las muertes de la pintura y de la clase obrera en Permanecer mudo o mentir, de Darío Corbeira”, que se celebró en paralelo a la exposición en las mismas instalaciones de Tabacalera. Teniendo en cuenta ambos hechos pensé que lo más apropiado sería plantear mis “visitas con” como si fueran intervenciones en el texto abierto de la exposición de Darío Corbeira empleando para ello ejemplos de la cultura material generada por la militancia obrera en España desde finales de los años 70 hasta la mitad de los 90, ya que en la exposición Corbeira establece un diálogo con el movimiento obrero fundamentalmente de aquellos años.

Llegado este punto creo necesario aclarar algunos aspectos básicos de la metodología empleada, como qué entiendo por intervención en el contexto expositivo y educativo que nos ocupa, a qué me refiero cuando hablo de cultura material del activismo, y cuáles son según mi experiencia las virtudes docentes de intervenir exposiciones con estos materiales.

Intervenir la exposición

La intervención se produce cuando una persona o grupo de personas toman una posición autónoma ante el hecho expositivo y proponen derivas respecto a los discursos establecidos por artistas/comisarixs/instituciones.

Se trata de someter los espacios expositivos a una especie de estado de excepción invertido donde las leyes que rigen normalmente en ellos con el fin de dar sentido al contenido de la muestra según la voluntad de artistas/comisarixs/instituciones quedan en suspenso y dicho contenido pasa a estar a merced de los intereses y necesidades de quienes llevan a cabo la intervención. A efectos prácticos, esto puede suponer, por ejemplo, que a la hora de intervenir una exposición se pasen por alto algunas piezas, se trabaje con obras que ni siquiera forman parte de la muestra o se subvierta el orden establecido.

Las personas que proponen la intervención llevan a cabo una mediación frente a los espectadores, que participan de este modo en la intervención misma, con el fin de activar de manera colectiva nuevos sentidos e imaginarios alternativos.

¿Qué es la cultura material del activismo?

Es el entramado cultural compuesto por aquellos objetos que cobran sentido histórico al desempeñar una tarea militante. Pueden adquirir tal sentido por diversos motivos: por su presencia en las calles (carteles), por su circulación de mano en mano (folletos, pasquines, y todo tipo de propaganda), por las realidades que crean y regulan en los movimientos sociales en términos organizativos (documentos internos de colectivos y asociaciones) y subculturales (revistas, fanzines, periódicos, boletines, todo tipo de gadgets), por su utilidad en el desarrollo de los procesos sociales (vietnamitas,  ciclostiles, cámaras de fotos, de vídeo, pancartas, banderas, etc.), por su papel testimonial de los mismos procesos (películas, fotografías), por su capacidad para mostrar la existencia de redes de afecto y solidaridad y documentar el discurso oculto que está detrás de las actitudes disidentes (cartas, diarios, fotografías y todo tipo de documentos de índole personal), y por su capacidad de generar imaginarios colectivos, despertar reflexiones y plantear utopías (objetos del ámbito artístico, como serigrafías, carteles, cuadros). En definitiva, son todos los objetos que componen la materia prima de la cultura militante, aquella a partir de la cual puede componerse de manera más fiable un discurso histórico de la resistencia y la acción política y social.

¿Por qué intervenir una exposición con elementos de la cultura material con fines educativos?

1) Porque las producciones artísticas son parte de la cultura material de las distintas sociedades. Aparte de las características formales que las vinculan con la tradición de los discursos estéticos y de su habitual transcurrir a través de flujos comerciales  guiados por las directrices del mercado, las obras de arte son entidades que habitan nuestra realidad y por tanto sirven para explicar nuestro tiempo, los tiempos pasados y los que están por venir. Cuanto más ricos y variados sean los elementos de la cultura material con los que se les haga interactuar, más completa será la intervención.

2) Porque al plantear un diálogo entre las obras de una exposición y los distintos elementos de la cultura material de pronto las obras mismas pierden parte de su carácter aurático para cobrar un sentido fundamentalmente material que, al igual que el resto de los elementos que entran en diálogo se convierten en fuentes primarias para el conocimiento de la historia y la cultura, en nuestro caso del activismo obrero entre los años 70 y 90. Esto supone una mirada fundamentalmente histórica sobre las producciones artísticas, que reconoce las lecturas estéticas y políticas de cada obra sin generar entre ellas jerarquías basadas en gustos o en ideologías concretas, sino activando un diálogo entre fuentes primarias de una historia que se recompone a partir de muchas voces y narran los mismos tiempos y espacios de formas distintas.

3) Porque al participar de discursos inspirados en fuentes primarias se llama la atención sobre los modos de construcción de los relatos históricos de los cuales participan también las obras de arte y se activa una alerta ante las interpretaciones confusas o erróneas de las obras, basadas en la resignificación que con el tiempo puedan producirse en algunas piezas o debido a la pérdida de la intensidad de los sentidos originales. Éstos en cambio se activan con fuerza de nuevo al hacer dialogar ciertas obras con otros elementos de la cultura material coetáneos a las mismas. Piénsese, por ejemplo, en el cuadro Guernica de Picasso. Dadas las variaciones interpretativas que el cuadro ha protagonizado a lo largo de su historia ―de representante de la esencia de la españolidad para el gobierno franquista cuando estaba en el MOMA o su interpretación como símbolo de la reconciliación nacional durante la transición española, hasta convertirse en icono de la paz en el imaginario popular actual o quedar completamente vacío transformado en motivo decorativo de tazas y camisetas en las tiendas de los museos― resulta interesante intervenirlo y provocar un diálogo con elementos de la cultura material del tiempo en que fue pintado. De este modo, al lado de un parte de guerra de la facción del Ejército Norte del bando sublevado durante la Guerra Civil, del ejemplar del 29 de abril del periódico francés l’Humanité en el que se informaba del bombardeo en la ciudad vasca, de una serie de fotografías de Guernica tras el bombardeo y de una bomba incendiaria de la Luftwaffe alemana, tal vez pueda volverse a llenar con su sentido crítico originario de denuncia de la violencia franquista contra ciudadanos de su mismo pueblo.

4) Porque estimula un tipo de conocimiento rizomático en el que de un modo no jerarquizado ni lineal cada elemento de la cultura material ofrece un retrato parcial y completo a la vez de los hechos históricos que nos ocupan permitiendo así comprenderlos en toda su complejidad.

5) Porque estimula a quienes participan en la intervención a aportar comentarios a partir de otros elementos de la cultura material que puedan conocer, llevar consigo y mostrar o simplemente evocar y generar así debates que conduzcan a nuevas conexiones entre los materiales del pasado e inéditas maneras de relacionarse con él. El uso de fuentes primarias y el intecambio continuo con ellas puesto al alcance de cada persona hace de este tipo de intervenciones procesos abiertos, en los que se fomenta una educación colaborativa, participativa y activa.

Ejemplo de intervención en “Darío Corbeira. Permanecer mudo o mentir” en Tabacalera.

Al fondo de una sala alargada en la que destacaba por su tamaño la obra Un año bisiesto cualquiera (2008) se encontraba también (A) La Clase Obrera nunca fue al paraíso (3) (1990-2015), que era una de las piezas de la exposición que más se prestaba a una intervención a partir de otros elementos de la cultura material del activismo obrero. La obra fue concebida ante la caída del muro de Berlín en 1989. Corbeira se interrogó entonces por el devenir de la clase obrera como sujeto político antes llamado a cambiar la historia y que a finales de los 80 parecía consumar su fracaso y casi su desaparición. Para ello tomó como elemento de partida el símbolo por excelencia del proletariado, la hoz y el martillo, e hizo 9 heliograbados de ese motivo sobre papel poliéster con una plantilla. Luego los precintó y archivó durante 25 años. En 2015 se abrieron, para saber qué había pasado con el proletariado y el resultado es lo que se aprecia en la imagen, una especie de representación fantasmagórica de aquel símbolo, que en algunos casos prácticamente ya ha desaparecido, en otros no se aprecia y en todos ya no tiene fuerza para significar lo mismo que en 1990, ni mucho menos, lo mismo que en los años setenta y ochenta. La obra testimonia la desaparición vaporosa de la clase obrera como sujeto político e histórico.

Sin embargo, ese testimonio alcanza un sentido distinto al ponerlo en contacto con otros ejemplos de la cultura material del obrerismo desde finales de los años 70 y 80 que sirven para explicar y contextualizar el devenir fantasma de la clase obrera en España en la primera década de la democracia y dar cuenta de que paradójicamente ese devenir fue siempre resistente y combativo.

Entre los elementos de la cultura material empleados para dialogar con La Clase Obrera nunca fue al paraíso destaca el cartel (B) con que la CNT-AIT convocó una manifestación en contra de los Pactos de la Moncloa en 1978 que supuso el inicio del fin de la resistencia anarcosindicalista debido a los sucesos de la sala de fiestas Scala con los que se terminó la manifestación y a partir de los que se criminalizó y persiguió al movimiento anarquista. Junto a él (C) una fotografía del XXVIII Congreso del PSOE realizada por el Txemi Maztínez para el periódico Combate, órgano oficial de la Liga Comunista Revolucionaria, en el que se iniciaron las presiones de Felipe González (que llegarían a buen término meses después) para que el partido abandonara el marxismo como referente ideológico dejando así el terreno abonado para las reformas liberales que posteriormente el PSOE promocionó durante los 80, como la Ley de Reconversión Industrial de 1983 o el Estatuto de los trabajadores aprobado en 1984. Ambos materiales dialogan con la obra de Darío como hitos que preconizan lo que la serie de 9 heliograbados advierte en 1990 y certifica en 2015.

Otros elementos de la cultura material obrera de los 80 sirven para demostrar cómo fue la deriva de la clase obrera. Por ejemplo la fotografía (D) documenta la solidaridad en forma de manifestaciones de los obreros de los círculos rojos de las grandes ciudades (de Intelsa en Getafe en este caso) con sus compañeros de otras fábricas que se veían afectadas por los programas de reconversión industrial. Similar resistencia y solidaridad se puede ver también en un cartel (E) en que el partido Movimiento Comunista de Catalunya apoyaba a los trabajadores del Euskalduna en Bilbao. Por último la obra de Darío Corbeira mantiene un tira y afloja con el cartel (F) en el que la Liga Komunista Iraultzailea y el Euskadiko Mugimendu Komunist llamaban a la huelga el 14 de diciembre de 1988. Ese día se consiguió una de las últimas grandes victorias del movimiento obrero.

La obra de Darío Corbeira cobra un nuevo sentido en relación con otros elementos de la cultura material del activismo obrero. La historia es la misma, la desaparición de la clase obrera como sujeto político destinado a cambiar la historia, pero en diálogo con las fotografías y los afiches a los que se enfrenta surgen relatos de resistencia, que se pueden ampliar y matizar con nuevos documentos, y se pone fecha y razón histórica para el desvanecimiento organizado, que además se ve atravesado por triunfos importantes. El relato histórico puede completarse aún más. Cuantas más fuentes de información se empleen más datos obtendremos para entender los hechos y las culturas en que ocurrieron. Cada elemento nuevo aumenta además las posibilidades de un aprendizaje colaborativo, puesto que abre nuevas vías para el debate con las personas que participan en la intervención y pueden derivar en temas para la discusión imprevistos hasta entonces.

(A) La Clase Obrera nunca fue al paraíso (3), Darío Corbeira, 1990-2015 © Darío Corbeira

(B) CNT-AIT © Biblioteca de Archivos y Propaganda Ramón Adell Argilés

(C) © Txemi Martinez

(D) © Manuel Espinar

(E) MCC © Biblioteca de Archivos y Propaganda Ramón Adell Argilés

(F) LKI y EMK © Biblioteca de Archivos y Propaganda Ramón Adell Argilés

Artículo original, publicado en TABACALERA // EDUCA #0.

Alberto Berzosa es autor de Homoherejías fílmicas: cine homosexual subversivo en España en los años setenta y ochenta, libro que podéis adquirir en nuestra tienda online.

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